El sufrimiento de la muchacha enamorada de su marinero que anda envuelto junto al resto de la tripulación en alta mar es lo más parecido a lo que el madridista de siempre, el socio de toda la vida, está viviendo en este momento con su equipo.
Aquejado de ciertas molestias que, desde mi opinión, solo ve él, the special one, vive uno de los momentos más convulsos desde que aterrizó en la casa blanca. Si hace unas semanas ya comentaba el dominio del portugués en aquello de desviar el punto de atención, eso mismo sigue sucediendo hoy. El Madrid no funciona y muestra de ello es una clasificación más que ramplona para los octavos de la Champions junto a una sangría de puntos en liga que le alejan del liderato.
Lo cierto es que hay liga, no seré yo quien le eche el cierre a estas alturas, porque sigo pensando que el Madrid está hecho para ganar y tiene que acabar funcionando, lo mismo que el F.C. Barcelona tendrá que dar un bajón.
Si algo me sorprende y dice mucho de Mourinho, es que nadie se ha planteado ni de refilón, véase cualquier debate futbolístico en radio o televisión, es la dimisión del luso. Se ha ganado respeto y tiempo para, dentro de una enorme presión, tener margen de maniobra. Eso sí, hace unas horas se le escapaba, aunque con la boca pequeña, la salida del club en el próximo verano.
Por tanto, menos quejas señor José, siéntase privilegiado y retorne a buen puerto su barco.
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