Una cruz de hierro con un cordón para llevar en el pecho será el signo de varios centenares de jóvenes que se ofrecieron de forma voluntaria a ser misioneros de la fe para evangelizar en sus propios ambientes, ya sea “la universidad, el trabajo, la calle, la discoteca o en otros lugares”.
Este ofrecimiento se efectuó dentro del marco de una vigilia de oración. Estas vigilias se realizan todos los primeros viernes de mes en la Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados de la capital o los segundos viernes, en una parroquia distinta de la archidiócesis de Valencia.
El arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro enmarcó esta iniciativa dentro del Año de la Fe, convocado por el papa Benedicto XVI del 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013, y del Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización.
“Cuento con vosotros para la Nueva Evangelización, para que seáis misioneros de la fe”, dijo monseñor Osoro a los jóvenes, a quienes recordó que “tenéis una identidad: sois hijos de Dios, amados por Él sin condiciones, y hermanos de todos los hombres”.
“Estáis llamados a ser misioneros de la fe, dijo el Arzobispo valenciano. Quizá, la pregunta surja inmediatamente: ¿qué tenemos que hacer para serlo? La respuesta es también inmediata: Creer en Jesucristo. Hoy los hombres, lo mismo que la Samaritana o Zaqueo, necesitan acercarse a Jesucristo. Habrá que hacerlo de una manera directa, como el mismo Señor lo hizo con Zaqueo”
“O habrá que hacerlo como lo hizo con la Samaritana, añadió, entablando una conversación con ella como si el necesitado de agua para quitar la sed fuese Él, pero llevándola en aquel diálogo de tal manera a que se diese cuenta que era ella la que tenía necesidad de agua viva y de acercarse a quien era el manantial del agua viva, que era Él mismo. El misionero de la fe tiene que ser alguien que sienta de nuevo el gusto por alimentarse de la Palabra de Dios, tal y como la Iglesia la transmite, y del Pan de vida que es sustento verdadero para todos los hombres. Todo ello nos va a llevar a vivir un compromiso cada día más fuerte por la nueva evangelización y sacar de estos alimentos fuerza y vigor para realizarla con el Amor de quien nos ama y nos da el fervor apostólico de las primeras comunidades cristianas que siendo insignificantes sin embargo difundieron el Evangelio por el mundo conocido de entonces”.
“Estáis llamados a ser misioneros de la fe, dijo más adelante, para renovar la humanidad. Y esto solamente se puede hacer llevando el Evangelio, la Buena Noticia, a todos los ambientes de la humanidad. Los misioneros de la fe tienen un trabajo excepcional, como es entregar la Buena Noticia para que surjan los hombres nuevos. Hombres y mujeres que tengan la novedad del Bautismo. Hombres y mujeres que viven la vida con el argumento, la fuerza y la novedad del Evangelio. Hay que hacer un cambio interior y profundo del ser humano, que alcance las raíces del mismo, que supone una conversión de la conciencia personal y colectiva, del modo de realizar la actividad en la que ellos están comprometidos. Hay que hacerles llegar la vida de Cristo”.
Ante el ofrecimiento voluntario a esta invitación, monseñor Osoro les impuso la cruz misionera, que tiene grabadas, por una cara, las imágenes de Cristo y unas manos de un joven recogiendo la sangre que cae de su costado y, por la otra, Nuestra Señora de los Desamparados. De ese modo, los jóvenes que recibieron la cruz “se comprometerán a hablar a otros jóvenes de Jesucristo, les darán noticia de Él, de que son amados por Él, de que Él ha dado su vida por ellos”.
En la vigilia participaron cientos de jóvenes quedando el recinto de la Basílica de la Virgen pequeño para este dado que entre los asistentes hubo numerosos participantes en el Congreso Nacional de Pastoral Juvenil, que organiza la Conferencia Episcopal Española en Valencia.
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