Tanto los ponentes como buena parte de los 40 talleres dirigidos por movimientos, asociaciones y órdenes religiosas han coincidido en proponer el anuncio explícito de Jesús como fórmula para acercarse a los más jóvenes.
Con el lema También vosotros daréis testimonio, y convocados por la Conferencia Episcopal Española (CEE), 2.300 agentes de pastoral juvenil se han reunido para “descubrir nuevos caminos para evangelizar a los jóvenes y que, a su vez, ellos sean testigos del Evangelio en la cultura de hoy”.
En esos días ha habido tiempo para la reflexión, la oración y la celebración de la Eucaristía, pero también para actuaciones musicales, como la de Melocos, la representación del musical Alma, interpretado por miembros de la pastoral juvenil de la Archidiócesis de Toledo o la presentación de experiencias evangelizadoras ya asentadas, como las de las Obras Misionales Pontificias (OMP), Camino Neocatecumenal, Cursillos de Cristiandad, Acción Católica, Luces en la ciudad, Carmelitas, Salesianos o Escolapios, junto con otras que comienzan a introducirse en España, como los cursos Alpha, las experiencia de desierto de Goum, o las catequesis Life Teen.
Un nuevo humanismo
El hilo conductor del congreso ha estado marcado por las tres ponencias que congregaron a todos los participantes en la Catedral de Valencia. En la que abrió el encuentro, el viernes por la mañana, Carlos Osoro, arzobispo de Valencia, destacó que “nuestras comunidades cristianas necesitan incorporar en su vida el primer anuncio”, lo que supone “proclamar y proponer el mensaje nuclear del Evangelio (kerigma) a quienes no conocen a Jesucristo, y también a quienes un día lo conocieron pero se alejaron de él”.
Además, recordó las palabras de Benedicto XVI al hablar de la “gran emergencia educativa” ante la “dificultad que plantea la cultura actual, que pretende poner a Dios entre paréntesis, o mejor ocultarlo, desalentando opciones de compromiso definitivas y proponiendo satisfacciones inmediatas”. Por esa razón, “anunciar a Jesucristo es un imperativo para promover un nuevo humanismo y dar verdaderos fundamentos a la persona”, concluyó.
Por su parte, el sábado, la aportación de José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, tuvo un carácter más sociológico al presentar las tres “heridas afectivas profundas” –narcisismo, pansexualismo y desconfianza– que, a su juicio, padece la sociedad posmoderna. Heridas que “dificultan conocer el verdadero rostro de Cristo y que, paradójicamente, necesitan del mismo Jesucristo para ser sanadas”.
El kerigma volvió a estar presente en las palabras del cardenal Stanislaw Rylko, quien cerró el domingo el ciclo de ponencias. Para el presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, “las jóvenes generaciones tienen derecho a recibir el anuncio de Dios de manera explícita y directa”, puesto que, “aunque no siempre sean capaces de articularla, los jóvenes tienen sed de Dios”.
Rylko también constató la “creciente dificultad que se encuentra para transmitir a las nuevas generaciones los valores fundamentales de la existencia y de un correcto comportamiento”. “Hablar de verdad se considera peligroso y autoritario en nuestra sociedad líquida, sin certezas, privada de la piedra angular, que rechaza la existencia de la verdad”, añadió.
El cardenal Rylko lamentó que hoy se considere al cristianismo como “un cúmulo de prohibiciones que mortifica la libertad y el deseo de felicidad”, cuando, en realidad, “es todo lo contrario: el Evangelio es un programa de vida de todo lo positivo; es más, es fascinante”.
En esa línea, propuso como “desafío decisivo” para todo proyecto de pastoral juvenil el “abrir ante nuestros jóvenes el rostro de Cristo y su Evangelio, persuadirlos de que vale la pena” y de que ser cristiano “no solo es lo correcto, sino que es hermoso también”. Ante esta difícil tarea, destacó que “los operadores de pastoral juvenil han de ser, sobre todo, hombres de esperanza”.
“Han faltado aplicaciones prácticas
Resulta un tanto paradójico que en un congreso que ha tenido como objetivo principal “descubrir nuevos caminos para evangelizar a los jóvenes”, la metodología empleada haya sido convencional. Ponencias, charlas, y un escaso, casi nulo, uso de las tecnologías y los medios audiovisuales en ellas.
De esta forma, la gran pantalla y las más de 20 televisiones que llenaban la Catedral de Valencia, apenas sirvieron para facilitar la visión del ponente.
“El anuncio del Evangelio siempre es nuevo, pero se ha echado en falta ver alguna forma práctica de cómo acercarlo a los jóvenes de hoy”, comentaba una joven.
Mucho más activos, en este sentido, fueron los jóvenes participantes, que llenaron las redes sociales de reflexiones, recuerdos y mensajes de agradecimiento sobre sus vivencias. Las tabletas y los teléfonos móviles fueron otra forma de seguir el desarrollo de este evento.
La iniciativa tendrá continuidad con la convocatoria, en los próximos meses, de una reunión con los delegados y responsables de pastoral juvenil de España “para evaluar y recoger el eco del congreso y tratar también cuáles deben ser nuestros pasos en el futuro”, según anunció José Ignacio Munilla.
Una luz en la noche
Una de las acciones más llamativas del congreso fue la “misión” que varios grupos de jóvenes protagonizaron por las calles del centro histórico de Valencia el sábado por la noche. Con el título “Una luz en la noche”, la propuesta requiere la participación de cuatro equipos de jóvenes. Algunos, por parejas, salen a la calle, sobre todo a las zonas de fiesta nocturna, para invitar a otros jóvenes a acudir a un templo donde se encuentra expuesto el Santísimo.
Otro de lo equipos se encarga de recibirlos en la entrada de la capilla, mientras que el resto de jóvenes preparan y animan la celebración e interceden, en oración, por el éxito evangelizador de la noche.
La iniciativa está inspirada por el movimiento italiano ‘Sentinelle del mattino’, que antes había dirigido uno de los talleres en el que explicó a los asistentes que la acción “pretende que el mensaje sea transmitido de forma individual para obtener la mayor atención posible”, de una manera eminentemente kerigmática, centrada en el anuncio directo de Cristo.
En el nº 2.823 de Vida Nueva.
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