De entre las muchas frases intimidatorias que veo en mis cajetillas de tabaco, hay una que advierte sobre la posible aparición de impotencia a largo plazo. Tras lo visto ayer en el Santiago Bernabeu, el Atlético de Madrid debería lanzar una campaña agresiva para que tanto directivos, aficionados, cuerpo técnico como jugadores (que a buen seguro alguno habrá que le dé de vez en cuando) dejen de fumar.
La parroquia rojiblanca tenía un pálpito -razonable, por lo visto de uno y otro equipo hasta la fecha- que le hacía afrontar el derbi capitalino con la esperanza de romper la racha de trece años sin ganar en el templo blanco. Un pálpito que duró quince minutos (algo más que en los últimos años), hasta que Cristiano Ronaldo sacó a pasear su fusil tras una falta tonta de Arda Turan quitándole el balón con la mano al portugués en un gesto más propio de unpiedra, papel o tijera que de un partido de fútbol. El espigado Courtois y la hinchada colchonera se vieron de pronto subidos en unDeLorian con condensador de fluzo trasladándose en el tiempo a la temporada pasada, en la que el portero se tragó un libre directo lanzado por ceerresiete. Parece que Marty McFlyestaba ocupado con otros quehaceres, porque tras el viaje al pasado el disparo volvió a acabar en gol. Eso sí, esta vez por mérito del delantero, que ejecutó un bonito disparo por encima de la barrera que hizo inútil la estirada del arquero.
Eso fue lo más reseñable de una primera parte en la que hubo muy poco fútbol. Lo que más entretuvo a los espectadores fue la pugna entre Diego Costa y la defensa merengue. El brasileño se olvidó de intentar jugar al fútbol y montó un recital de piques con sorna digno de los guionistas de Sálvame, jugándose la expulsión a lo largo del encuentro.
En la segunda parte, el Real Madrid dominó el encuentro ante un rival que no supo ni pudo construir juego para llegar con peligro a la meta de Casillas. Ayer se pudo comprobar la diferencia de calidad de las dos plantillas, a pesar de los cinco puntos de ventaja que mantienen los de la ribera del Manzanares. Ni el efecto Cholo pudo con el peso de lo que ya parece una tradición en el Bernabeu, donde podrían plantearse celebrar el día de las peñas en estos partidos. Los Arda, Falcao o Adrián nada pudieron hacer contra un equipo que venía herido después de la derrota ante el Betis, si bien sigue sin conseguir hilvanar sobre el campo todo el potencial que tienen sus mimbres.
Al Atlético sólo le queda reaccionar y asumir que aún está un escalón por debajo de los dos grandes. No hay que soslayar la diferencia de presupuestos y de ingresos por los derechos televisivos, aunque al final sean sólo once contra once en un terreno de juego. Simeone, abatido ayer en la rueda de prensa -da gusto ver a un entrenador vivir así las derrotas de su equipo- tendrá que echar mano de su casta para reanimar a sus jugadores con el fin de seguir ganando partidos contra equipos de la otra liga, esos partidos que en otras temporadas perdía fácilmente, para conseguir el objetivo Champions.
El Madrid, por su parte, sale reforzado del derbi. Cristiano se reencontró con el gol, Benzema fue un quebradero de cabeza para la defensa rival, y Mourinho salió victorioso, al más puro estilo Pat Garret, del duelo al que había decidido batirse con el público del Bernabeu al anochecer. Su mayor problema es la impresionante racha del Pito Team. Ahora ganan jugando bien.
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