Reivindicaciones aparte por aquello del Cristiano que volvió a ser más del cielo que de la tierra en una majestuosa actuación ante un Atlético pequeño, acomplejado, lastrado por su pasado, bien merece hoy hablar de la Albufera de Valencia y la inestabilidad de sus terrenos.
Tema de corrillo desde hace tiempo, los afines al equipo del Turia que pagan su abono año tras año, lo mismo que hacen la declaración de la renta, tengo la impresión de que exigen más de lo que se les puede dar.
La etapa de títulos y finales de Champions queda lejana hoy. Con un estadio a medio hacer y un consejo de administración que constantemente está preocupado por el presente y futuro del club, esta misma semana el presidente tuvo que desmentir una posible venta; en lo deportivo el equipo está clasificado para las eliminatorias de Champions y titubeante en la liga.
La situación de uno de los más laureados de España no es la ideal, es la que es y a partir de lo que hay se debe empezar a trabajar, como, aunque a regañadientes se venía haciendo en las últimas campañas.
Lo cierto es que la paciencia que se tuvo con Emery, no ha pasado por el mismo filo que Pellegrino, apuesta personal de Manuel Llorente. Solo me queda decir, que algo fuera de la realidad sí viven en Valencia. Emery tuvo un enorme mérito ya que temporada sí temporada también, cada jugador cuya calidad sobresalía por encima del resto, tenía que emigrar a Londres, Barcelona y Manchester. A Pellegrino se le podía exigir lo mismo, dejar a su equipo tercero, tener una buena imagen en Champions al igual que poder llegar lejos en la Copa del Rey.
Los resultados en liga acompañados de una imagen decepcionante, sobre todo en Málaga y Mestalla en las últimas jornadas, han provocado que hoy el técnico argentino sea un parado más.
La liga se ha puesto cara este curso y Mauricio lo ha pagado en la jornada catorce pero tanto Albelda como Soldado han hecho lo que tenían que hacer: dar la cara, porque los futbolistas son protagonistas en el terreno de juego y mucha responsabilidad en lo bueno y en lo malo tienen.
El matrimonio Valencia-Pellegrino acabó en divorcio exprés por lo de siempre, falta de paciencia y tiempo para demostrar si valía o no la pena seguir juntos.
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