05 enero 2011

Triple dificultad (poder, tener, placer), por Rogelio Cabado

Recuerdo con entrañable afecto a Juan Pablo II en sus homilías, hablando a los jóvenes sobre los grandes retos de nuestro mundo, ofreciéndoles la posibilidad de ser artífices activos en la construcción de una nueva “Civilización de] Amor”. No dudó en marcar claves de interpretación actual. Sus consejos eran un espaldarazo para vivir en intensidad la propia vida y hacer feliz la de los demás… Recuerdo muchos de sus consejos, de los que muchos hemos vivido décadas, un norte claro donde orientar nuestros esfuerzos y directrices, a nivel de grupo y a nivel personal.

Tengo la impresión de que hoy como nunca se otean con más claridad las idolatrías de nuestro mundo, de nuestra sociedad, en mi ambiente, y las tendencias en el propio corazón. Son tres idolatrías que conocidas y controladas, harán de nuestra vida un especial trampolín para alcanzar metas muy altas. El músico y aquellos que quieran educar desde ese areópago, conviene que tengan esa idea muy clara y tomen las medidas adecuadas para no dejarse esclavizar por estos tres grandes dioses: El poder, el tener y el placer: Tres esquinas de un triángulo capaces de cortar las voluntades más robustas, si no existe una referencia de vida sobrenatural: la ambición del poder, la ambición del tener y la ambición del placer… Nuestros queridos amigos epicúreos (S. III a.c) , entre otros, sabían muy bien de estas debilidades humanas, por eso no sólo renunciaban a ellas para alcanzar un dominio propio, sino que sometían su corporeidad hasta el punto de desmembrar su cuerpo de su alma para dar primacía al alma… El cuerpo era considerado un estorbo para el espíritu y por ello era abandonado y mitigado. .. La óptica cristiana es diferente… se renuncia a cada uno de esos tres extremos elevando sus opuestos, se superan las antípodas más elevadas desde la elevación de las virtudes más nobles, para así
sincronizar en un todo armónico el binomio cuerpo alma. De ahí que la ambición del poder se consiga superar desde el autodominio propio, para aprender a dominar y controlar el propio corazón y el propio cuerpo, dando a la capacidad de “poder” su lugar apropiado y su medida en la vida. La ambición del tener se supera con la plenitud del propio ser, de la plenitud como persona. Si uno quiere realmente tener, ha de aprender primero a ser, ser uno mismo y ser quien se es realmente en plenitud y no otro “sé quien eres”, “Tienes lo que Eres”. La pasión del placer se sobresupera y eleva desde la donación. Si uno quiere vivir el placer de una vida sana, y la plenitud en el placer, ha de comenzar por dar, entregar y entregarse. Hay más alegría en dar que en recibir, y si uno recibe es para dar más aún. Los mismos epicúreos, cuyo fin era la búsqueda del placer en su conducta, formulaban varios principios que enuncio brevemente, pero que pueden darnos luz…
Satisfacer los deseos naturales de la manera más económica posible
2 Perseguir los deseos naturales innecesarios (el arte, la gratificación sexual, etc … )
hasta satisfacer el propio corazón, pero no más alla…
3 No arriesgar la salud, la economía o la amistad en la búsqueda de la satisfacción de
un deseo innecesario, pues conduce a un sufrimiento futuro
4 Evitar al completo deseos innaturales innecesarios (fama, poder, prestigio,…) pues el
placer que ellos producen son efimeros..
Pues bien, estas observaciones obtenidas desde la simple razón, nos dan pistas
para determinar la plenitud personal a nivel humano. Ahora bien… estos mismos aspectos
enfocados desde el prisma de la fe, aportan una riqueza admirable pues se ven matizados,
corregidos y ampliados desde el evangelio:
1. Satisfacer los deseos naturales, no es un dios ni una meta en la vida, son
medios para la felicidad y supeditados a otros valores superiores.
2. Los deseos naturales innecesarios no son para satisfacción del propio
corazón, sino para enriquecer una plenitud superior a la del propio corazón. Ni siquiera
serían imprescindibles.
3. El fin de la propia salud o la economía o la amistad no debe ser la satisfacción
personal, ni siquiera la superación de ningún sufrimiento propio, presente o futuro. No
son un medio para conseguir mi felicidad, sino “nuestra” felicidad…
4. Un cristiano no evita los deseos innaturales innecesarios, pues no son un fin
en si mismos, sino sólo una plataforma para alcanzar bienes y fines mayores, como es
el ejemplo de vida, la evangelización desde esos medios, sembrar los valores cristianos
entre cuantos nos rodean, vivir un humanismo cristiano, …
Tener, poder y placer… : tres idolatrías de nuestro mundo, cuyos extremos
nos empobrecen y debilitan como artistas, como músicos y como personas. Jesús de
Nazareth, nos enseña a vivir el equilibrio: Frente al poder de este mundo abrazó el ser
esclavo; sin dejar de ser Dios, se hizo hombre. Frente a la ambición de tener, abrazó la
pobreza, que es la mayor riqueza. Frente a la ambición de placer prefirió abrazar el dolor
hasta morir clavado en una cruz. Estos Extremos abrazados por el Señor no son otra cosa
que los extremos del amor, y el que ama según el corazón de Dios, no necesita límites,
es libre, tiene un amplio horizonte para vivir, pues su Amor, está escrito con mayúsculas.
¿existe mayor libertad en este mundo?…Esta es una de las fuentes más importantes de la
creatividad.
Rogelio Cabado

1 comentario:

  1. No hay placer más grande que la satisfacción de entregarse pro completo a Dios....

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