La JMJ-2011 puede ser una oportunidad perdida. Todo el esfuerzo financiero y organizativo se puede ir al traste si no se ajusta bien la sinfonía con los jóvenes convocados por el Papa. Puede derivar en un cacofónico concierto de neocon y papólatras. Hay que afinar y no dejar pasar la oportunidad.
Yago de la Cierva, director ejecutivo de la Jornada, ha dicho que el resultado del proceso llevado a cabo para el himno oficial ha sido un error, pues no ha gustado a los jóvenes. Un 20% decía que era malo y un 80% que era muy malo. En éstas estábamos cuando el informe de la Fundación SM pone el dedo en la llaga y nos presenta un preocupante perfil de nuestra juventud. Sería interesante aprovechar la JMJ para escuchar la sinfonía juvenil y no llevarlos, una vez más, a los aburridos conciertos de una Iglesia en la que su voz no cuenta. Hay una monocorde visión de los jóvenes, trazada por mentes que añoran pléyades inmensas de antaño llenando polideportivos. La juventud es algo más. Su melodía tiene que oírse.
Se está perdiendo la oportunidad para avanzar en una pastoral seria con los jóvenes, alejada de gritos espasmódicos y epidérmicos.
Juan Rubio
Vida Nueva
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