Reunir a dos mil doscientos jóvenes madrileños que renuncian a días de sus vacaciones para ponerse a caminar hacia Compostela no es moco de pavo. Duras jornadas, que inician unos a Luarca y otros en Navia -van a hacer el Camino del Norte para unirse al Francés en Arzúa-, cansancio, oración, alegría compartida…, me parece una excelente preparación para la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Madrid el año que viene.
Por motivos de intendencia caminan con un día de desfase. Ya tiene que ser difícil alojar y dar de comer de dos grupos de mil cien jóvenes cada uno. Yo, que en alguna ocasión me mostré crítico con el Delegado de Juventud de la archidiócesis madrileña, Gregorio Roldán, Goyo para sus amigos, entre los que no me encuentro, no tengo inconveniente alguno en reconocer que si, como supongo, fue la Deleju la organizadora de albergues y mantenimiento, su trabajo debió ser ímprobo.
El cardenal madrileño ha querido estar muy cercano a sus jóvenes y marcha con ellos. Me parece un excelente gesto. Aunque siempre fue andarín, no sé si los años, que en la marcha le llegarán los 74, u otras ocupaciones de su cargo, le permitirán hacer todo el recorrido. Pero sea lo que sea, los jóvenes se van a encontrar con su arzobispo y él con ellos. Ya tuvo lugar un primer encuentro en la misa que les celebró ayer en Lugo.
Si es siempre un espectáculo ver pasar a los peregrinos que constituyen un auténtico hormiguero humano todos los días veraniegos, y más si cabe cuando es Año Santo como el presente, un grupo de más de mil, y otro idéntico al día siguiente, asombrará a más de uno.
Por último decir que de mi parroquia de Caná vienen 170 jóvenes. Que no son pocos.
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