Me llamo Fidel Mateos. ¿Podría uno querer ser un buen político y luego no cumplir las leyes? ¿Podría un futbolista decirme que me apasione por el deporte mientras luego le veo jugando sin ganas? Seguramente me parecería una incoherencia.
Cuando veo a cristianos que están tristes, que me hablan mucho de lo que tengo que hacer, pero no lo veo en sus vidas, yo me desilusiono. NO me atraen nada.
No tengo la pretensión de convencer a nadie de ser cristiano, pero sí tengo la pretensión de yo ser fiel a lo que vivo. He sido al final cristiano por envidia. Sí, por envidia. Porque veía a otros más contentos de lo que yo estaba. Y me estaba dando cuenta de que me perdía algo en esta vida.
Dios me ha pedido en muchas ocasiones que me implique en la educación de los jóvenes. Y me he sorprendido al ver que cuando era más yo mismo, sin renunciar a nada, algunos de esos jóvenes se acercaban a mí para compartir luego su vida.
Deseo que la gente que conozco tenga la opción de conocer la Iglesia que vivo, a mis amigos y sobre todo a Jesucristo. Pero sólo puedo transmitirlo con lo que yo vivo, e invitándoles a compartir mi vida con ellos. Acompañarles. Jugármela con cada uno. A partir de ahí el paso es del otro.
Muchos se han atrevido, como yo me sigo atreviendo a jugármela así con otros. Y cada vez más jóvenes están necesitados de ser más ellos mismos y jugársela. ¿Daremos cada uno el paso en el día a día?
Intervención en Cope (Nos ponemos en marcha)
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