27 febrero 2013

#GraciasBXVI Manuel Rupérez: "Destacaría como esencial la humildad de Benedicto XVI"


Soy Manuel, salesiano, natural de Madrid pero actualmente vivo en Granada porque estoy todavía en período de formación. Me gustaría unirme a esta propuesta compartiendo con todos vosotros lo que para mí significa el acto de renuncia de Benedicto XVI.
Aparte de sus muchas cualidades, yo destacaría como esencial la humildad de Benedicto XVI. Creo que ha sido la actitud que lo ha caracterizado a lo largo de su vida, en sus larguísimos años de servicio a la Iglesia. Fue elegido Papa en un momento muy importante para la Iglesia, con muchos retos que afrontar y con la estela -que impone bastante- del largo y carismático papado del beato Juan Pablo II. Pero creo que Joseph Ratzinger, abrazado a la cruz de Cristo, volvió a decir un "sí" a Dios con humildad. No es la edad ni la salud lo que hace apto a un Papa. Eso es cierto. Creemos que al sucesor de San Pedro lo guía el Espíritu Santo para ejercer, sin dejar de ser un hombre, la misión de acercar a la Iglesia a Cristo, para que también el mundo entero lo conzca.

Pero también creo sinceramente que Benedicto XVI ha tomado esta decisión después de muchísimo tiempo de oración y de discernimiento delante del Señor. Es algo que nos impacta mucho pero que sólo puede leerse desde la clave de la humildad de quien descubre -como escribió una vez el Card. Nguyen van Thuan- que en ocasiones debemos elegir a Dios y no las cosas de Dios, por santas y necesarias que nos parezcan. En la Encarnación de Cristo, nos sorprende siempre el abajamiento de Dios, que se hace prácticamente nada delante de nuestros ojos, ya sea naciendo humildemente o muriendo de la forma más despreciable.
Para mí ésta es la grandeza de un hombre que ha servido fielmente a Dios y a toda la Iglesia y ahora confía al Espíritu la misión de suscitar a otro hombre que asuma la carga de un servicio hermoso pero de gran importancia. El olvido y el desprecio de Dios; la defensa del hombre y de la dignidad de su vida; el cuidado de los hombres y mujeres que sufren todo tipo de odio, violencia y persecución; guiar a la Iglesia con el corazón del Buen Pastor. No son pocos los desafíos que debe afrontar su sucesor, y lo deberá hacer con firmeza y con las fuerzas necesarias para "hacerse todo a todos" (1Co 9,22). El tiempo nos enseñará los frutos y la grandeza de este hombre de Dios que ha vivido con humildad su servicio. Os pido, pues, que recemos a Dios llenos de agradecimiento por Joseph Ratzinger.

Manuel Rupérez (Granada)
Salesiano

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