16 febrero 2013

Entrevista a Daniel Rodríguez Diego, diácono de la archidiócesis de Madrid

Entrevista al colaborador de este portal web hecha por Mota de la parroquia de San Jorge.


  1. 1.        ¿Quién es Dani?
Imagino que debo comenzar por una descripción de lo más externo: tengo 31 años. Nací en una ciudad pequeña, Zamora, aunque he vivido en Salamanca, Pamplona y Madrid. Entré en el Seminario de Madrid con 24 años y, anteriormente, fui profesor y estuve ayudando en una residencia de estudiantes en Pamplona.
Ante todo, un chico del montón, aunque he tenido mucha suerte porque siempre he tenido gente que me ha ayudado mucho. Si miro un poco más adentro, alguien que intenta desde muy niño buscar la felicidad, un carácter fuerte para tapar una gran sensibilidad, un niño de dieciséis años que un día deseó que lo mismo que uno es por fuera lo tenía que ser por dentro (aunque aún no lo haya conseguido del todo). Una mirada que no se fía de las apariencias y de las primeras impresiones. Una persona que no confía en las teorías y que se fija en la coherencia de la vida, a pesar de sus límites. Sobre todo, UN HIJO DE DIOS: Primero bautizado que una vocación al sacerdocio. Quiero que mi sacerdocio sea una forma de mi bautismo.
 2.        Un clásico: familia, infancia, cole….
Soy de origen humilde. Mis padres muy trabajadores; educado en que “lo que se tiene hay que trabajarlo”. Soy el menor de tres hermanos. Mi familia no es muy religiosa, aunque siempre han favorecido llevarnos a colegios religiosos en la primera etapa educativa. Estudié con las Hijas de la Caridad en el Colegio Medalla Milagrosa de Zamora y después por los curas en el Colegio San Atilano de Zamora (ahora es el Seminario Menor).
En la infancia debía ser muy movido y bastante gracioso. Ahora cuando me ven tan serio mucha gente me lo recuerda. Siempre imitando personajes, gastando bromas, jugando y, sobre todo, bailando y cantando. 

3.        Tras el colegio, estudias una carrera: ¿Cuál y dónde?
Estuve preparando durante dos años el examen de acceso a Bellas Artes. Me pasaba el día entre carboncillos, lapiceros y todo tipo botes, material fotográfico, haciendo experimentos… Una vez que conocí la facultad me desilusioné con el ambiente. Me dediqué a la Historia del Arte y comencé la carrera en Salamanca. De ahí, me fui a Pamplona, trabajaba y estudiaba. Llevé el mantenimiento y la administración de una residencia de estudiantes muy cerca de la Universidad de Navarra. Por aquél entonces me matriculé en una licenciatura en Humanidades. Tuve mucha suerte porque pude elegir casi todas las asignaturas (sólo eran obligatorias dos asignaturas por año y el resto podía elegir profesores). Quería completar la formación en historia, filosofía, arte, algo de teología… cinco años de lo más interesante, de muy pocas horas de sueño y de muchos buenos amigos.
4.        Me gustaría que destacaras tu primer encuentro con el Señor y, posteriormente, tu primera llamada al sacerdocio.
Yo comencé a rezar como cualquier niño. Le estoy muy agradecido a la Milicia de Santa María, donde di mis primeros pasos serios a una vida creyente. Yo cuando rezaba me creía que Dios podía intervenir en mi vida, de una forma sencilla. La primera vez que dije en serio que quería ser sacerdote fue el 6º de EGB (6º de primaria). Pero el encuentro definitivo fue una noche del 3 de julio de 1997 en la Sierra de Gredos. Siempre acostumbrábamos a hacer un momento de “balance” del día, en que siempre se escapaba furtiva una oración. Desde ese día comenzó un cambio, una llamada más fuerte, un gran deseo de consagrar mi vida. La primera lectura de mi primera misa es Abraham mirando las estrellas, el momento de la Alianza entre Dios y él, “serás padre de muchos”, “como las arenas de las playas y las estrellas del cielo”. Echo mucho de menos los cielos de Gredos, los cielos estrellados… Madrid me priva mucho de ellos.
Un segundo momento fue en unos ejercicios espirituales. Desde muy joven he ido a tandas de ejercicios de San Ignacio. Con 19 años los hice en Duruelo, en una pequeña casa, primera fundación de San Juan de la Cruz, que hoy es el convento de Carmelitas Descalzas. Allí aprendí que significaba la vocación y la consagración de la vida. Los apuntes de aquellos ejercicios los guardo con cariño y allí escribí el contenido de la homilía de mi primera misa. Allí “entendí” como es el Amor de Dios y como puede habitar en un corazón humano. En estos “campos de Castilla”, donde uno podía pisar las puestas de sol, brillando en los campos recién segados, se me regaló la frase que más repito cada día: “Guarda tus delicias para el Señor y el Señor te mostrará lo que hay en tu corazón” (Salmo 36, 4). Este será el salmo que he elegido para mi primera misa y mi lema sacerdotal.
Luego vienen años de mucho sufrimiento. Una de las personas que me introdujo en mi vida cristiana dejó su vocación en una circunstancia muy dura. Algo se trunca dentro de uno… Después de los ejercicios espirituales en Cabezuela del Valle (en el Valle del Jerte) estuve pensando en entrar en un monasterio. Me llevé un libro del Hermano Rafael (por aquel entonces beato). Pensé muy seriamente dar el paso, aunque no lo acababa de ver. Siempre que organizaba un viaje para ir al monasterio algo pasaba y se venía abajo. Sin embargo, algo se me clavó en el corazón: “Serenidad en la espera”. Todo en la vida consiste en saber esperar. Esto también me lo repito a diario y me da mucha libertad el saber que siempre estoy esperando a mi siguiente paso, y siempre de cambio y conversión. Allí elegí la segunda lectura de mi primera misa “llevamos este misterio en vasijas de barro, para que todos comprendan que este misterio viene de Dios y no de los hombres” (de la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios)
En otros ejercicios, esta vez en Mota del Marqués, tuve una experiencia muy fuerte de cómo es el Corazón de Jesucristo. Me llamaba la atención cómo tuvo que cambiar el corazón de Cristo y muy especialmente con la imagen de Maria al pie de la Cruz y el personaje del Longinos: aquel que le atravesó con la lanza el costado. Este será el Evangelio del próximo 11 de mayo y la imagen del recordatorio de mi primera misa. El Evangelio es aquello que experimento Jesucristo, muchas veces nos olvidamos de vivenciar lo humano como lo hizo Jesús. El Evangelio antes de una teoría es una forma de vivir, experimentar la vida y la vida de los demás.
Luego hay muchas más cosas pero son solo detalles en el conjunto.
5.        ¿Dirías que tu vocación al sacerdocio se veía venir o fue más bien “paulina” (repentina y “brusca”)?
Por lo anterior, yo diría que mi vocación la voy viendo día a día. No sé lo que quiere Dios de mí, lo que ha querido me lo ha pedido y se lo dado. Yo me dejo hacer. La vocación no es directamente proporcional a una conversión, como San Pablo; es una conversión en un camino. Lo bonito de todo esto es que hay dos misterios que resolver: el de Dios y el de uno mismo. Es más sencillo resolver el de Dios, el complicado es resolver el misterio de cada corazón. Todo el mundo se piensa que sabe quien eres, incluso quien es él mismo. Ni siquiera Dios puede saberlo, ya que cuenta con la libertad de un corazón enamorado y uno puede hacer muchas locuras, fidelidades, infidelidades… La vocación hay que custodiarla y aquilatarla. Debe coger quilates. Dios no juega con nosotros a las conversiones, nos espera, nos quiere siempre, nos perdona siempre y no calcula el amor que debemos darle, simplemente se enamora de nosotros. Él también tiene capacidad de asombro. Ojalá pudiera darle más cada día.
El misterio de la vocación es el misterio del corazón humano, que se transforma. No hay nada repentino, ni brusco… ni siquiera en san Pablo. Después de lo que le pasó en el camino de Damasco, pasó muchos años sin predicar.
Como ves no me gustan las fórmulas. La Providencia no es lo bueno que nos pasa en el vida, es la capacidad de consagrar la vida dentro de una vocación, dentro de esto hay cosas que te gustan, que no te gustan, traiciones, tristezas, ausencias, personas que entran en tu vida…
6.        ¿Alguna/s persona/s especialmente importante en tu vocación sacerdotal?
Personas que hayan cambiado significativamente mi sacerdocio sólo dos. Una de ellas una enferma de Esclerosis Lateral Amiotrófica (E.L.A.), Paloma. El día que me encontré con ella fue en tercero del seminario. No podía mover ninguna parte de su cuerpo, solo movía los ojos, y un milímetro el cuello. No hablaba debido a la enfermedad y al respirador. Había que componer las palabras con un abecedario que nosotros pronunciábamos y ella decía, letra a letra, las palabras. Cuando uno habla tan despacio se piensa mucho lo que debe decir. Lo primero que me dijo fue: “estoy aquí por vosotros, ofrezco mi vida por vosotros”. Allí, al pie de esa cama, pasé mis mejores horas de formación como sacerdote. Ella hizo más en seis meses que seis años de seminario.
La segunda persona ha sido un sacerdote jesuita, el Padre Marko I. Rupnik, junto con toda su comunidad del Centro Enzio Aletti. El modo de interpretar el Evangelio, de predicar (sobre todo esto), de celebrar la Eucaristía… es un modelo que me ha ayudado a saber interpretar muchas cosas. 
Luego hay muchos nombres que me han ayudado de laicos y sacerdotes. Soy una persona con suerte. Don Juan Encabo, que fue mi primer párroco; Rogelio y Javier, mis guías en la Milicia; Juan Pedro, uno de mis formadores del seminario; Juan Francisco, un cura que conocí enfermo en Pamplona; Juan Pedro, mi párroco actual…
7.        ¿Cómo fue la reacción de tus padres y hermanos? ¿Y de tus amigos más cercanos?
Mis padres la han ido aceptando, poco a poco, y ahora están muy contentos y orgullosos. Despacito, yo creo que cada día la van entendiendo más en la medida que yo se la explico en las cosas que me pasan. Mi proceso vocacional ha supuesto mucha renuncia para ellos, pero estoy convencido que el Señor les va a recompensar.
Somos una familia muy original, cada uno diferente. Las reuniones familiares son como la nave de Star Trek, pero hay mucho respeto, aunque alguna pregunta que otra si nos hacemos. Uno no puede justificar su inmovilismo vocacional por culpa de la familia. Somos tres hermanos y cada uno muy diferente.
Los amigos siempre han sido gente de Iglesia o gente que me ha conocido dentro de la Iglesia. Tal vez la mayor dificultad haya sido mi traslado a Madrid, ya que el régimen de formación no me ha permitido atenderles. Me costó a mí más que a ellos porque en Madrid solo tenía un amigo de infancia, ahora ya tengo mi cuadrilla de amiguetes, aunque ya todos me han conocido como seminarista. He tenido muy buenos amigos que me han ayudado a plantearme mi vocación. Entre nosotros salíamos de fiesta pero también rezamos y hablamos muy en serio del proyecto de Dios en nosotros. Es muy importante tener buenos amigos.
8.        ¿Cómo fue tu ordenación diaconal y cómo está siendo este año como diácono?
La ordenación como diácono fue un regalo muy grande del Señor. Es un paso de consagración definitiva, donde ya prometes todo lo que un cura debe prometer. Me sentí muy arropado, por un lado, por mi gente, amigos y la gente de la parroquia; por otro lado, desde la oración de muchas personas.
Este año de diaconado ha sido un poco movido, sobre todo con el traslado de parroquia. Ahora ya voy estando más centrado. Lo de los traslados de casa siempre revuelve las cosas y las cabezas. Ahora tengo casi tres meses para prepararme para la ordenación de sacerdote. E gustaría que la gente de San Jorge rezara por mi en este tiempo previo. Tal vez sea el mejor regalo.
9.        Te queda muy poco tiempo para, si Dios quiere, ser ordenado sacerdote: ¿cómo estás viviendo esta última fase?
Siempre las cosas te pueden sobrepasar un poco. En este caso me sobrepasan demasiado. Nunca uno está preparado. Pero ante todo con ilusión y seriedad. He pedido algo de ayuda a los amigos más íntimos y algunos sacerdotes.
Me da la sensación que se está cerrando una etapa de mi vida y, después de la ordenación, se abre otra. Voy viendo el tipo de cura que quiero ser (que Dios quiere que sea), lo que puedo y no puedo hacer como cura. “Ahora comienza el verdadero discernimiento” (es lo que me viene continuamente a la cabeza). Está siendo precioso, demasiado realista, increíblemente extraordinario.
10.    Háblanos de los movimientos de la Iglesia que más te han ayudado y en los que más has participado.
No es algo de lo que hable mucho, porque puede dar la sensación que uno va de un sitio a otro. La experiencia en los movimientos ha sido distinta en Pamplona que en Madrid. En Madrid he experimentado que hay más faltas de comunión y hay una necesidad muy grande de catalogarte en alguna parte. Así la gente puede saber lo que piensas. Nunca he vivido dentro de un movimiento como tal, a excepción de la Milicia de Santa Maria. Aunque he participado en muchas realidades de Iglesia.
Yo me he criado siempre entre mi parroquia de San Torcuato de Zamora y la Milicia de Santa María. Luego he tenido experiencias con muchos monasterios y órdenes religiosas (benedictinos, trapenses, franciscanos…). He estudiado en una universidad del Opus Dei. Cuando daba clase, estuve muy cercano al Camino Neocatecumenal, ya que mis alumnos eran muchos de este movimiento. En los años como profesor di clase a los hijos de los pastores evangélicos de Pamplona, y era muy interesante las cenas semanales en casa de los Velt. Tengo grandes amigos en Comunión y Liberación, con los que estuve en Milán y, casi un año, participando en sus ejercicios y leyendo sus libros.
Luego me vine al seminario y he conocido muchas realidades de Iglesia: la Renovación Carismática, comunidades de religiosas de mil marcas y hábitos de colores.  Pero la más interesante ha sido conocer a las iglesias del oriente cristiano, tanto greco-católicas, como ortodoxas. He podido estar en Rumanía, tengo amigos de Serbia, Croacia, Eslovenia, Ucranía… Luego el Centro Aletti, que es una comunidad de lo más interesante.
Pero el Señor ha querido que ahora esté muy cercano al Movimiento de Cursillos de Cristiandad. Para mí ha sido una Gracia muy grande y me está ayudando a perseverar.
Imagino que algo de todos ellos se me habrá quedado. La Iglesia es algo más grande de lo que nos pensamos y vivimos, pero siempre hay que vivirla como “Cuerpo” vivo, sino uno acaba en el juicio y en el politiqueo eclesial.
11.    Tienes alguna anécdota (positiva o negativa) del hecho de ir por la calle  vestido “como un cura”…
Tengo un atractivo especial para los suicidas. Lo cual siempre te hace llegar tarde a los sitios. Algún insulto…Las personas que te insultan… Si creemos que la Iglesia es un Cuerpo vivo y que las oraciones revierten en bien de otros, también personas que se sienten heridas, o bien, han recibido una mala contestación de un cristiano… hay que saber responderles con serenidad o con el silencio, rezar por ellos, hablar con tranquilidad, que se expliquen. Luego hay que ver si son ideológicas, si no han sido bien tratadas por parte de la Iglesia… Es complejo. Es una tentación ser victimistas. Algunas veces es falta de educación.
12.    ¿Tiene el cura del año 2013 que estar especialmente formado a nivel cultural, teológico, doctrinal…?
Sepa la que sepa el cura, tiene que llevarlo a la vida. Hay que estar bien formado pero todo lo que uno sabe debe cumplir la norma del Evangelio: “y se hizo carne y habitó entre nosotros”. Las teorías no salvan, solo ayudan. Otra de las frases que me repito a diario es la de Pavel Florenskij (sacerdote ortodoxo que murió en las Gulag): “Sería muy hermoso ver la luz de Dios, pero más hermoso aún es ver esta luz en el rostro de los santos”. La formación hay que tenerla y hay que estar muy puesto en muchas cosas (hay que ser niños listos) pero eso no salva si no se vivencia. Uno puede estar en las nubes, con grandes pensamientos y grandes proyectos, pero ante todo hay que “vivir en Cristo” y eso es mucho más que ser listo y cristiano. Esto implica poner todo lo humano al servicio de Dios (inteligencia, voluntad, entendimiento, leer, buscar, los sentimientos, los afectos, la psicología, el cuerpo, la sexualidad, las capacidades, la educación, el respeto), para que todo lo humano comience a hablar de Dios (Uno se convierte en cristiano cada día).
La sabiduría cristiana no está basada en el entendimiento de las ideas, sino en el discernimiento de la vida.
 13.    ¿Cuáles son tus 3 oraciones preferidas?, ¿Tus tres pasajes del Evangelio?, ¿Y tres personajes que más te gusten/atraigan del mismo?
Oraciones: “Tomad Señor y recibid” (San Ignacio); “Salve Madre” (cantada); “Oración del nombre de Jesús”.
Pasajes del Evangelio: Primera Carta de San Juan; la oración de Jesús en el Huerto del Evangelio según San Juan; María al pie de la Cruz según San Juan.
Personajes prefiero los del Antiguo Testamento: Jacob luchando con el ángel; Abraham; y Moisés ante la Zarza Ardiente. Del Nuevo sólo uno: El Longinos.
14.    Sé que te gusta leer; ¿lees lectura religiosa o de todo género?
No me gusta que sepan lo que leo.
Leo mucho sobre estética. También tengo una gran biblioteca de autores ortodoxos, tanto novela, teatro, poesía o teología.  Del resto leo de todo. Me gusta mucho la poesía de Pedro Salinas. De vez en cuando, leo una buena biografía, cosas de los primeros cristianos. Pero, sobre todo estética e iconografía. Soy bastante especial para los libros no me gusta cualquier cosa.
15.    ¿Notas a la juventud respecto de la fe: inquieta, pasota, hostil, hambrienta…?
Lo preocupante es que no la noto, aunque la crisis no es de los jóvenes sino de los educadores. Me preocupan más lo que deberían haber transmitido y enseñado a verificar las cosas que nuestros jóvenes estudian. Todo el mundo sueña con un mundo ideal que no llega y la comodidad, la propia y la de sus hijos.
Los jóvenes están siempre en su mejor momento. Se les ha quitado los ideales y la capacidad de entrega, eso ya no se les pide. A un joven si se le pide poco no da nada, pero si se le sabe dar un ideal, lo da todo.
 16.    ¿Qué percibes de los fieles de nuestra parroquia a destacar y a corregir –crítica constructiva-?
Jeje. Estoy muy a gusto.
A mí no me gusta vivir de las rentas y en muchas parroquias se puede vivir de la inercia de otros años. No hay que dar nada por supuesto. Creo que a San Jorge se le pide mucho como parroquia y damos algo (mucho más que en otros sitios pero algo). San Jorge tiene capacidad para una mayor entrega y referencia dentro de la Iglesia de Madrid. Soy optimista, porque tenemos mucho más que en otros sitios.
Me gustaría ver lleno el templo los lunes, las vísperas de los miércoles llenas, la misa de jóvenes del domingo a las 20:30…, sobre todo con jóvenes. Que perseveraran muchos más jóvenes después de catequesis. Pero la prueba de fuego no es convertirnos en unas beatas de parroquia, sino que uno viene a coger fuerzas y luego hay que dar testimonio en el trabajo, siendo personas de bien y creyentes, justas, con iniciativa en la sociedad y en la familia.
“Sin Él no podemos hacer nada”. Dejarnos hacer como parroquia.
17.    Preguntas cortas: una peli, un libro, una ciudad/pueblo, un país, un Papa, una calle de Madrid, una virtud y un regalo especial que te haya hecho el Señor.
Película: “André Rubliev” de Tarkovski
Libro: “El arte de vivir” de Padre Marko I. Rupnik.
Ciudad: un monasterio en Fira (Santorini-Grecia). Allí voy a descansar con una monjas amigas que son de España.
País: España, pero si te refieres a uno de fuera que tenga en la cabeza estoy entre Rusia y Perú.
Un Papa: El Beato Juan Pablo II.
Una calle de Madrid: Madrid me cuesta mucho. Ahí me pillas. Soy de pueblo.
Una virtud: la transparencia de vida y la nobleza de corazón.
Un Regalo del Señor: La oración de la Iglesia.
Muchas gracias por todo Dani.
Gracias a vosotros y rezad por mí.
http://www.websanjorge.es/wordpress/2013/02/entrevistando-a-dani-diacono/

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