17 abril 2013

El Papa denuncia los ídolos de hoy: ambición, ´carrerismo´, éxito, egoísmo, autosuficiencia...

«Anunciar, testimoniar, adorar» son los tres verbos que el Papa propuso a los fieles al celebrar la misa a pocos metros de la tumba de San Pablo, «un humilde y gran apóstol del Señor, que lo anunció con la palabra, lo testimonió con el martirio y lo adoró con todo su corazón [...] El anuncio de Pedro y de los Apóstoles no está hecho solamente de palabras, sino la fidelidad a Cristo toca sus vidas, que cambian, reciben una nueva dirección, y es justamente con sus vidas que ellos ofrecieron el testimonio de la fe y del anuncio de Cristo». 

Con algunos minutos de anticipación con respecto a lo programado y acogido por el cardenal arcipreste estadounidense James Harvey y el vicario de Roma, el Pontífice se dirigió esta tarde al Sepulcro de San Pablo para rezar. En la Basílica romana de San Pablo extramuros concelebraron con el Santo Padre el mismo Harvey y los arciprestes eméritos, Andrea Cordero Lanza de Montezemolo y Francesco Monterisi, y el abad de la Abadía de San Pablo dom Edmund Power. También estaba toda la comunidad benedictina recibió al Papa esta tarde. 

El abad brasileño Edmund Power explicó: «Francisco llegó, como todos los Papas, al cuadróptico, en la parte de la fachada de la Basílica y, después de haber saludado a la comunidad, se vistió con los paramentos sacros». Después de la grande procesión de ingreso, presidió la misa desde el trono, en el ábside. Al final, un momento dedicado a la veneración del ícono de la Virgen, ante el que San Ignacio de Loyola, en el siglo XVI, pronunció su profesión religiosa. 


Después de que el nuevo Pontifice hubiera ocupado la sede, el cardenal James Harvey le dirigió un breve saludo en el que también rindió homenaje a su «iluminado predecesor», Benedicto XVI. 

«La incoherencia de los fieles y los Pastores entre lo que dicen y lo que hacen mina la credibilidad de la Iglesia», advirtió Bergoglio. Con palabras muy fuertes, pues, el Papa exhortó a los creyentes a interrogarse sobre los «ídolos» que a menudo ocupan nuestros corazones y el lugar que deberíamos «reservar para Dios». 

La invitación del Papa argentino fue muy clara: «desnudarnos de tantos ídolos, pequeños o grandes, que tenemos y en los que nos refugiamos, en los que buscamos y muchas veces ponemos nuestra seguridad». Estos ídolos, explicó el Pontífice en la homilía, «son ídolos que, a menudo, tenemos bien escondidos. Pueden ser: la ambición, el carrierismo, el gusto por el éxito, ponerse a sí mismos en el centro, la tendencia a prevalecer sobre los demás, la pretensión de ser los únicos padrones de nuestra vida, algún pecado al que estamos vinculados, y muchos otros». Por ello, indicó el Papa Francisco, «esta tarde quisiera que una pregunta resonara en el corazón de cada uno de nosotros, y que respondiéramos con sinceridad: ¿he pensado en cuál ídolo escondido tengo yo en mi vida, que me impide adorar al Señor?». 

Por segunda vez, como hizo en la Basílica de San Juan de Letrán, el Papa Francisco llevaba la cruz que usaron Pablo VI y Juan Pablo II (y Benedicto XVI durante los dos primeros años de su pontificado). Esta tarde, el Papa Francisco tomó posesión de la Cátedra de la Basílica de San Pablo extramuros, repitiendo el mismo gesto que llevó a cabo el domingo pasado en Letrán. 

«La incoherencia de los fieles y los Pastores entre lo que dicen y lo que hacen mina la credibilidad de la Iglesia», subrayó el Papa durante la misa que celebró en la Basílica de San Pablo extramuros. «Pero, en muchas partes del mundo –continuó–, también hay muchos que sufren, como Pedro y los Apóstoles, a causa del Evangelio; hay quien entrega su vida para permanecer fiel a Cristo con un testimonio marcado por el precio de la sangre. Recordémoslo muy bien todos: no se puede anunciar el Evangelio de Jesús sin el testimonio concreto de la vida. Los que nos escuchan y nos ven deben poder leer en nuestras acciones lo que escucha de nuestra boca». 

Al final de la ceremonia, el Papa se dirigirá a la Capilla del Crucifijo para venerar el ícono de la Virgen Theotokos Hodigitria (del siglo XIII), ante la que el 22 de abril de 1541 San Ingacio de Loyola y sus primeros compañeros hicieron su solemne profesión religiosa, evento con el que se fundaría la Compañía de Jesús, a la que también pertenece el Papa Bergoglio. 

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