Alocución del Papa a los cardenales al final del almuerzo de ayer:
«Eminencia, queridos hermanosEn este momento mi palabra sólo puede ser una palabra de agradecimiento. Agradecimiento en primer lugar al Señor por tantos años que me ha concedido; años con tantos días de alegría, tiempos espléndidos, pero también con noches oscuras. Pero mirando hacia atrás se entiende que también las noches eran necesarias y buenas, motivo de agradecimiento.Hoy la palabra "Iglesia militante" está un poco fuera de moda, pero en realidad podemos comprender siempre mejor que es verdadera, que lleva en sí verdad. Vemos cómo el mal quiere dominar el mundo y que es necesario entrar en lucha contra el mal. Vemos cómo lo hace de muchas maneras, con sangre, con las diversas formas de violencia, pero también enmascarada tras el bien y, por lo tanto, destruyendo los fundamentos morales de la sociedad.San Agustín decía que toda la historia es una lucha entre dos amores: el amor de uno mismo hasta el desprecio de Dios; y el amor de Dios hasta el desprecio de uno mismo, en el martirio. Nosotros estamos en esta lucha, y en esta lucha es muy importante tener amigos. Y en cuanto a mí, estoy rodeado de los amigos del Colegio cardenalicio: son mis amigos y me siento en casa, me siento seguro en esta compañía de grandes amigos, que están conmigo y todos juntos con el Señor.Gracias por esta amistad. Gracias a usted, eminencia, por todo lo que ha hecho para este momento de hoy, y todo lo que hace siempre. Gracias a ustedes por la comunión de alegrías y tristezas. Sigamos adelante, el Señor dijo: "tened valor, yo he vencido al mundo". Somos el equipo del Señor, es decir, el equipo ganador. Gracias a todos ustedes. El Señor los bendiga a todos. Y brindemos».
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