Carta semanal del obispo de Terrasa, monseñor Josep Angel Saiz Meneses, correspondiente al domingo 7 de agosto de 2011
La vida toda ella es una peregrinación y los jóvenes cristianos, en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), se hacen peregrinos por los caminos del mundo que se dirigen hacia la casa del Padre. En este peregrinar, la JMJ, que ya tenemos en puertas, es un momento significativo de pausa, de encuentro, de compartir sereno, es como un alto en el camino.
Es como “una fuerte experiencia de fe y de comunión, que les ayudará a afrontar las preguntas más profundas de la existencia y a asumir responsablemente el propio lugar en la sociedad y en la comunión eclesial”. Estas últimas palabras son del beato Juan Pablo II, el creador de las JMJs y están tomadas de la carta que él mismo envió al Seminario sobre las JMJs celebrado en mayo de 1996 en el santuario mariano polaco de Czestochowa.
He dicho en alguna ocasión, resumiendo los objetivos de las JMJ que son una oportunidad para que los jóvenes vivan un encuentro con Cristo, un encuentro de cada uno consigo mismo, un encuentro con la Iglesia y un encuentro con jóvenes de todo el mundo.
La sustancia del programa de las JMJs está en función de este objetivo y está compuesto sobre todo por tres elementos: los actos previos en las diócesis y las catequesis preparatorias; las celebraciones litúrgicas centrales, presididas por el Papa, a las que me referiré en un próximo escrito; y un conjunto de actividades artísticas y culturales, el denominado “Festival de la Juventud”, que tiende a poner de manifiesto cómo la fe se hace también cultura.
Los momentos más importantes de la JMJ se encuentran en la celebración de la liturgia y en la oración. La oración, la meditación de la Palabra de Dios y la celebración de los sacramentos constituyen el espacio ideal para que el joven pueda descubrir la verdad de su ser –el encuentro consigo mismo, al que ya me he referido-, y la voluntad de Dios en su vida. En el silencio interior, en la escucha de la Palabra, en la vivencia de la Eucaristía y del sacramento de la reconciliación podrán vivir el encuentro con el Señor.
La experiencia de la Iglesia ya comienza en las llamados “días en las diócesis”; estos días previos a los actos centrales de Madrid, en que los jóvenes son acogidos en las diversas Iglesias locales del país que alberga la JMJ. Deseo subrayar el valor eclesial de estas jornadas previas, porque los jóvenes durante éstas establecen un contacto con los miembros–en especial con los miembros jóvenes como ellos- de los diversos lugares.
Me place destacar el esfuerzo que nuestra diócesis de Terrassa ha realizado para acoger debidamente a un buen grupo de jóvenes de diversos continentes y países. Mi gratitud a las familias, a las parroquias, a los colegios, a las instituciones civiles por su ayuda y colaboración. Estoy seguro que estos jóvenes se llevarán una buena experiencia de la historia y de la vitalidad actual de nuestra diócesis, a la vez tan antigua –nuestras bellísimas iglesias visigóticas dan fe ello- y tan reciente y tan joven.
Esta experiencia eclesial se completa también con las catequesis que los obispos participantes en la JMJ ofrecen a los jóvenes organizados por grupos lingüísticos. Estas sesiones tendrán lugar los días 17, 18 y 19 de agosto en iglesias, colegios, auditorios y polideportivos de Madrid.
Como dice el Papa en su mensaje a los jóvenes para invitarles al encuentro de Madrid, “agradezcamos siempre al Señor el don de la Iglesia; ella nos hace progresar con seguridad en la fe, que nos da la verdadera vida (cf. Jn 20,31)”.
+Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
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