No le ha tocado tarea fácil a don José Ignacio cuando el Papa le ha encomendado ser Obispo de su diócesis, San Sebastián. Munilla tiene las ideas claras y las llevará a cabo, y especialmente porque no se ve solo en su cometido. Hay hasta grupos en Facebook que muestran gran apoyo hacia él.
Si cada vez que un Obispo no nos gustase, montásemos la campaña mediática contra él que ya existe orquestada desde el interior del clero guipuzcoano, y se pusiera todo el Consejo presbiteral en rebelión entonces poca Iglesia íbamos a construir.
Seguimos con esas divisiones internas tontas, en las que muchas veces quien protesta proclama un Credo diferente al Católico, y como en lugares son mayoría tenemos que pensar que por eso tienen razón. Falta de confianza en tu Obispo, sucesor de los apóstoles, pero mucha más falta de confianza en el Papa, cabeza de la Iglesia. Al que no le guste se puede ir que nadie le obliga a estar.
Munilla claro que puede equivocarse, pero el tiempo pone a cada uno en su sitio. Ahora compruebo que el trabajo del anterior obispo Setién no era hacia lo eclesial, hacia la comunión. Se puede estar equivocado con lo que piensa o hace tu Obispo, yo lo estoy en muchas ocasiones, pero si se me pregunta expreso mi opinión, y si no lo hace, espero a que el tiempo dé la razón a uno u otro, sin dejar de hacer un trabajo pastoral que vaya en comunión con él.
El Obispo tiene que ser padre de sus sacerdotes y eso le costará Dios y ayuda conseguirlo a don José Ignacio, pero hay cosas que no se pueden consentir. Si piensa que sus seminaristas están mejor en Pamplona será por algo, aunque quizás sea mejor llevarlos a todos a Madrid.
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