El color rojo tiene un fuerte simbolismo. Es color de sangre, de bravura. Es color excitante. A lo largo de la historia ha tenido distintos significados.
Para los cristianos, en su larga historia bimilemaria, el color rojo es el color de la sangre de los mártires, es el color del Espíritu Santo. El uso del color rojo en la liturgia cristiana nos evoca un amor a prueba de fuego, el amor de Jesús y el amor que él nos ha dejado como mandamiento. Los mártires no han matado a nadie ni han ido contra nadie. Han amado por encima de sus fuerzas humanas, y sometidos a la prueba de salvar su pellejo o de ser cristianos, han sido capacitados para dar la vida libremente, perdonando incluso a sus enemigos. En Córdoba ha habido mártires en todas las épocas, en todas las culturas, en la época romana, en la época visigótica, en la época musulmana, en época reciente. En Córdoba hay bravura, hay casta, hay sangre derramada con amor y por amor a Cristo.