En la medida en que crece nuestra unión con el Señor y se intensifica nuestra oración, también nosotros vamos a lo esencial y comprendemos que no es el poder de nuestros medios, de nuestras virtudes, de nuestras capacidades, la que realiza el reino de Dios, sino que es Dios que hace maravillas precisamente a través de nuestra debilidad.En la oración, nosotros abrimos nuestra alma al Señor para que Élvenga a vivir en nuestra debilidad, transformándola gracias alEvangelio. El mismo Verbo divino, que ha venido a habitar en nuestra humanidad, quiere vivir en nosotros, plantar en nosotros su tienda, para iluminar y transformar nuestra vida. En un mundo en el que corremos el riesgo de confiar solamente en la eficiencia y en el poder de los medios humanos; en este mundo somos llamados a redescubrir y a dar testimonio del poder de la oración, con la que cada día vamos conformando más y más nuestra vida a la de Cristo. La contemplación de Cristo en nuestra vida no nos aísla de la realidad, como ya he dicho, sino que nos hace cada vez más partícipes de las vicisitudes humanas, porque el Señor, atrayéndonos hacia sí en la oración, nos permite hacernos presentes y cercanos a cada hermano en su amor.
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